Son pocos los autores que son considerados los grandes
exponentes de la literatura universal. Del mismo modo, son pocos los así
llamados máximos logros literarios de la humanidad. Pero, ¿qué sucede con el
resto de las obras?, ¿qué pasa con aquellos libros y escritores comunes y
corrientes que, a pesar de sus esfuerzos, no fueron capaces siquiera de arañar
la grandeza? Sucede que son continuamente olvidados, pasados por alto y
abandonados en el más desvencijado de los roperos de la historia.
Pero no más.
Para honrar a esos autores ignorados es que
se funda en el año de 1742 el Club de la Alcachofa. Nombrado así en honor de
nuestro fundador, sir Aldous Neverlose, autor del texto 1000 y un formas de comer alcachofas, y quien trágicamente tuvo que
perder la vida (atragantado por una alcachofa, precisamente) para darle nombre
a tan célebre agrupación.
Ya entrados en intenciones, será prudente que me
presente. Mi nombre es Maximiliam Hatecraft y es a través de mí que conocerán
de viva voz sobre algunos de los más notorios miembros del Club de la Alcachofa
(estén estos o no al tanto de su pertenencia).
En primer lugar podría hablarles del Dr.
Robert Richardson, quien en 1880 escribió un obscuro y poco conocido libro
intitulado: Tratado Matrimonirico
Individual, en el que exponía que la costumbre de las parejas casadas de
dormir sobre el mismo lecho resultaba siempre malsano. En este escrito el
doctor demuestra su preocupación respecto a la transmisión del aire viciado de
un conyugue al otro, condición que se agrava por las mañanas, precisamente cuando
los sentidos se muestran más despiertos y sensibles a percibir esos nocivos
efluvios. Pero quizá lo más sorprendente de las tesis de Richardson, lo
constituye la presunta electricidad de
proximidad, causa última de las disputas en pareja. En sus propias
palabras:
…las parejas
discuten más debido a los cambios eléctricos que atraviesan los sistemas cuando
se comparte la misma cama noche tras noche, que por cualquier otra causa
conocida hasta ahora.
Cabe hacer la pertinente aclaración de que el venerable
doctor Richardson era soltero.
***
Otro conocido miembro, Mison Chleycrit, será para
siempre recordado porque en su libro: Los
muertos filósofos, rescata para la
posteridad las enigmáticas palabras de despedida del filósofo Arquelao: el frio es un vínculo. Poco más es lo
que se sabe sobre este erudito, quien fue discípulo de Anaxágoras y a su vez
maestro de Sócrates. Se desconoce la fecha de su fallecimiento, así como la
causa, pero Chleycrit no duda en afirmar que muy probablemente se debiera a un
resfriado.
***
La escritora Romina Folkore escribió en las postrimerías
del siglo pasado, y desde su casa en Boston, un gran tratado al que dio en
llamar ¿Por qué no hay trenes a nueva Zelanda?
Obra que le tomó varias décadas y un par de cuadros gastroensofágicos. En sus
más de mil cuatrocientas páginas, Folkore esgrimió agudos y brillantes
argumentos que intentaban explicar la ausencia de un ferrocarril que llevara de
Estados Unidos a Nueva Zelanda (y viceversa). La mayoría de las hipótesis, como
cabria esperar, se centran en la economía o la logística administrativa que
dicha travesía representaría. No obstante, todo aquel que se anime a recorrer
esas páginas, podrá descubrir que la señorita Folkore, a pesar de su agudeza,
jamás se dio cuenta del oceánico impedimento a cualquier tentativa ferroviaria
al respecto.
***
Durante el reinado de Marco Aurelio, Plinio el Pescador (el
miembro más antiguo del que al momento se tenga noticia) escribió su más
reconocida obra, el Tractatus testiculum
flutum. En esta obra de gran ingenio y virtud, estudiada a profundidad en
la Edad Media por varios doctores angélicos, el filósofo expone con lujo de
detalle sus experimentos testiculares basados en el principio de Arquímedes. En
el prólogo del Tractatus, Plinio nos
confiesa las razones que lo llevaron a escribir su gran obra. Al parecer sus
amigos, y lo que es peor, su esposa, se burlaban del diminuto tamaño de sus glándulas,
por lo que guiado por su amor a la sabiduría, decidió demostrarles a sus
allegados, mediante los estudios del matemático Arquímedes, el error en el que
se encontraban sus allegados. Para ello, primero pesó sus testículos en una
pequeña báscula de bronce, para después sumergirlos en una tinaja llena de agua
y así demostrar la verdadera valía de su equipo en peso, masa y volumen. Para
su mala suerte (y gran divertimiento de los suyos), los resultados fueron decepcionantemente
poco concluyentes.
***
En el siglo XII el sabio japonés Yujima Tayami, escribió
en un bellamente elaborado manuscrito, las seis tentaciones que un espadachín tenía
que evitar a toda costa. Dichas tentaciones, en orden de importancia, son:
1.
El deseo consciente
de obtener la victoria
2.
El deseo de recurrir
a la astucia técnica
3.
El deseo de
evidenciar sus aptitudes
4.
El deseo de
intimidar al enemigo
5.
El deseo de jugar un
papel pasivo
6.
El deseo de escapar
del adversario
Según
historiadores de la época, el sabio Yujima fue fiel y consecuente al evitar
dichas tentaciones. Hasta que sus muy sabias rebanadas fueron encontradas
debajo de un cerezo.
***
Finalmente, en 1821 el historiador francés Remi de la
Croa, recogió en su libro Futuralia,
los increíbles testimonios de un autodenominado viajero del tiempo de nombre
Philippe J. Frire. Este tal Philippe relató cómo logó
viajar (sin recordar el método o el modo de regreso) hasta el año 3000, en
donde pudo conocer una sociedad llena de autómatas, sorprendentes maquinas
voladoras y extrañas criaturas similares a crustáceos ejerciendo la medicina.
La obra fue en su tiempo fuertemente criticada por la facultad de medicina de
la Soborna, puesto que los miembros de la misma consideraban irrisorio que un cangrejo
pudiese ejercer con soltura el oficio de galeno.
c'est la vie.
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