Reflexión II



Es mi mano la que mueve la pluma, es la tinta con su relación tan intima con el papel, la que fija mis palabras y las aparta del olvido. La pluma es de mi propiedad, la tinta (dentro de ella) lo mismo me pertenece, otro tanto puede decir del papel. ¿Puedo decir lo mismo de las palabas? ¿Son de mi propiedad los signos, los conceptos? Ciertamente no, el pronunciar y escribir me arrebata la propiedad de lo enunciado… ¡Pero no me exime de sus responsabilidades!

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