El día de hoy, algunos, los enterados, pueden celebrar
un año más del natalicio del escritor Edgar Allan Poe. Sin duda toda una
institución para quienes gustamos del género fantástico y de terror. No
obstante, debo aclarar (consciente de todas las criticas que lo siguiente puede
traer) que yo prefiero, y por mucho, a Lovecraft que a Poe. Y mis razones para
ello son meramente valorativas, sin el menor atisbo de objetividad, simplemente
me gusta más el nativo de Providence.
Pero estamos
celebrando a Poe, no lo olvidemos, así que continuemos. Como decía al inicio,
Edgar Allan Poe puede ser considerado toda una institución, pues fue pionero en
los géneros de la ciencia ficción (que alcanzaría al poco cuotas de maravilla
con Verne), el género detectivesco (con el que Conan Doyle lograría la
genialidad gracias a Sherlock Holmes) y dio nuevos tintes a la literatura
gótica con sus cuentos de terror.
Y es
precisamente en sus relatos donde quiero celebrarlo, pues algunos (no todos, he
de decir) son grandes obras de la literatura universal. Cuentos como El pozo y el péndulo, El gato negro, El corazón delator, Los
crímenes de la calle Morgue, La
máscara de la Muerte Roja, La verdad en el caso de Mr. Valdemar, El escarabajo de oro, por no mencionar Las aventuras de Arthur Gordon Pym y su
poema El cuervo, son obras literarias
que aún hoy en día siguen impresionando y gustando al lector, y eso señores, no
lo consigue cualquiera.
Sin duda
hubo, y aún sigue habiendo, autores que llevan más allá los géneros que Poe tan
bien supo cultivar, y existen en gran parte gracias a la obra del nativo de
Baltimore, un pionero y un pilar fundamental de la literatura, del que no
debemos olvidarnos.
No queda más que felicitarlo, mr. Poe y
señalar que no estaría nada mal tener en la actualidad a más autores como
usted, sin embargo, tal como dijera su famoso cuervo: Never more…
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